Os cuento que hace unos días, hemos querido hacer una sorpresa a nuestras niñas. Lo decidimos dos horas antes de recogerlas en el cole un viernes. Cogimos algunas ropas, cepillos de dientes y demás, algo de comida, agua y… una caja con bloques de madera para jugar. Y así, sin pensarlo demasiado, fuimos a un camping cercano a nuestro pueblo.
Al día siguiente, allí estábamos: sol, tranquilidad, silencio y los bloques. Así que, por la mañana, nos sentamos los cuatro en el suelo y empezamos a jugar. A colaborar, ofreciendo un bloque, alcanzando uno que encajaría mejor en la torre. A construir: casas, coches, estructuras soñadas, inventadas, improvisadas. Con cada bloque o pedazo de madera, con cada segundo de juego además surgían palabras nuevas, cuentos, recuerdos, canciones. Era parte del juego. Inspiraba. Además surgían emociones: enfado cuando algo no salía bien, alegría cuando una pieza encajaba perfectamente en un hueco o cuando una torre se hacía alta y sorpresa cuando esta se derrumbaba. Debo confesar que han sido momentos emocionantes e inolvidables en familia.
¿Os dais cuenta de como la indústria de los juguetes ha crecido? Y la enorme variedad que hay y de todo tipo, sobretodo de plástico: con luces, que hablan, cantan, bailan, hacen pipi, etc. ¿Os habéis dado cuenta que muchas veces a los(as) peques les gusta más la caja que el propio juguete? ¡cuántas veces nos ha pasado con nuestras niñas! Y luego, probablemente lo dejarán de lado, se quedaran sin pilas, perderan la gracia.¿Y que pasará cuando estos, de plástico, pasen al olvido? Según el Diario de León, hasta un 90% de esos viejos juguetes de plástico que los hogares españoles acumulan en cajones y armarios irán al cubo de la basura y desde allí a los vertederos. Se transformarán en foco de contaminación. Se están acumulados en nuestros mares, oceanos, en nuestro planeta y en nuestras vidas..
Con los juegos de madera, sobretodo los no-estructurados, que no condicionan el juego y permiten que los (as) peques jueguen con libertad de elección, ejercitando la creatividad como es la tabla curva, el balancín o los bloques de madera, esas cosas no pasan. No contaminan. Los(as) peques siempre podrán jugar con ellos de otra manera, según su etapa de desarrollo. Siempre podrán descubrir otras posibilidades y más a medida que van creciendo. Desarrolla el sentido del tacto, lo conectan con la naturaleza y pasan de generación a generación. Por estos motivos es que creemos tanto en estos materiales y siempre los recomendamos a la hora de regalar.
Ese fin de semana sorpresa, sin duda ha quedado registrado en la memoria de las niñas y también en las nuestras. Un momento feliz.
¿Cuéntanos vuestras experiencias con los juguetes de madera’? Nos encantaría conocerlas.
¡Gracias, hasta la próxima!
Juliana Simeone.